viernes, 22 de abril de 2011

DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS (WHERE THE WILD THINGS ARE)


Opinión de un amigo tras 20 minutos de la película: “es el mayor mojón que he visto en mi vida. Por favor, parar esta bazofia”. Opinión personal tras ver la película completa: “me parece una de los mejores creaciones que se han hecho en los últimos 3 años. Es brutal en todos los sentidos.”

¿A qué conclusión llego?. Where the wild things are (2009) tiene un enorme peligro: te da algo completamente diferente a lo que te ha estado vendiendo durante su campaña de promoción. Tanto trailers, como teaser posters, nos estaban ofertando una película de fantasía, con monstruos gigantes que hacen gamberradas con un niño vestido de lobo. Estábamos pensando en encontrarnos un trocito de esas maravillosas películas de Jim Henson que nos deleitaron durante los 80.

Pero no. Todo ello es superficie. Piel de pollo. La verdadera chicha de la filmina está más adentro. Nos vamos a encontrar con una foto del perfil psicológico de un chaval que vive en una familia disfuncional. Vamos a odiarlo a muerte por malcriado y vamos a apiadarnos de él porque en su familia no le hace caso ni Perry. Le querremos dar una paliza e invitarle a un helado a la vez. Pero sobre todo, vamos a  compartir la experiencia de cómo el hijoputilla se va transformando poco a poco en un ser con dos dedos de frente, y a la par, entender como se siente un niño de ocho o nueve años.


Los monstruos y demás mierdas son solo herramientas para contarnos el desarrollo personal de este pequeño Atila. Es más, en muchos momentos de la película podremos identificar sentimientos propios de esa época (miedo, rechazo, egoísmo,…) en cada uno de los freaks con pelo de cabra.

La idea de todo este mondongo parte de un libro infantil ilustrado con el mismo título. En U.S.A debe ser un fenómeno brutal, y eso que el libro lleva vendiéndose más de 45 años. Si echáis un vistazo por Internet podréis ver como los responsables de la creación de los monstruos han hecho un trabajo de 10. Para los auténticos fans de la obra escrita, esto supuso un auténtico respiro. Sin embargo, insisto en la idea del principio: si vas al cine pensando que vas a ver la historia del libro, olvídate, porque te llevarás un chasco. Es mejor que te quedes con los recuerdos que tuviste de niño.


Por tratar de resumir. La historia es simple. Max es un niño de ocho años. Concretamente es el pariente más cercano a Satanás en la tierra. El chaval es un jodido malcriado, que siempre quiere ser el centro de atención. A los diez minutos descubrimos que este yoyoyomiomiomio es debido a que en su familia es el último mono: su hermana no le hace mucho caso y su madre no para por casa.

Después de una bronca con su madre, se escapa de su choza, encontrándose una barca a la cual se monta y se va a tomar por culo. Vamos, como si aquí te encuentras una chalupa de mierda en el canal y decides irte a conocer otros mundos. Al cabo de los días llega a una isla que está habitada por unos monstruos un tanto feos: uno con cabeza de cabra, otro de loro, todos desaliñados y supongo que apestosicos (más tarde les cogeremos un cariño del copetín).

Cuando le descubren, se lo quieren pasar por la parrilla pero Max les convence que es un rey que les ayudará a ser una familia de nuevo. Así que los monstruos le coronan rey de la isla. Con ello comenzarán a hacer locuras como construir un ovillo gigante de madera, o jugar a lanzarse piedras de cinco kilos. Cosas normales que entran dentro de la vida de un infante. Sin embargo, los problemas no tardarán en llegar, y Max tendrá que dejar al lado su ñoñería para enfrentarse a ellos como un machote.


El creador de este dulce es el señor Spike Jonze. Un director excelente de vídeos musicales (increíbles los que hace para Bjork o para Daft Punk), que tuvo un gran éxito con su primera incursión en la pantalla grande: la fumada Being John Malkovich. Aun hoy, defiendo que el 90% del éxito de esta película se debe a su increíble guión, firmado por el demente Charlie Kaufman.
Esta historia volvería a repetirse en su siguiente film Adaptation. Parecía que el señor Kaufman le salvaba siempre el culo. Este film iba a ser su piedra de toque. Comprobar que era un buen cineasta o un aprovechado de mierda de los textos de su amigo.


La respuesta es ni fú ni fa. Hace el apaño; nos deja un para de secuencias bien rodadas (como los juegos en el bosque), y ya está. Leí alguna vez que Mr. Jonze tuvo muchísimos problemas para acabar la película. Esto le ha podido pasar facturar, por supuesto. De hecho, creo que fueron unos cuantos añitos de rodaje, debido a desavenencias con los productores. Se ve que estos tiburones querían enfocar la película a un sector infantil, lo contario que el director. Cuando realizaron un teaser para varios niños, estos comenzaron a llorar de miedo por lo que estaban viendo, y los productores decidieron que eso no podía ser, y entre dimes y diretes pasó mucho tiempo. Desconozco lo que finalmente ha quedado de la idea original, o si se cambio algo muy burro.

Si tengo que destacar varias cosas de la película, me quedaría con dos sobre todo (que si lees los restos de opiniones, casi todos coincidimos): una fotografía cuidada al detalle y una banda sonora de infarto. Los rincones de la isla aparecen majestuosos, desde un bosque frondoso hasta desiertos infernales. Los contraluces son muy logrados y la luminosidad que se consigue en algunos pasajes es sencillamente bellísima. No conozco al señor Lance Acord para nada, pero me quito el sombrero ante su trabajo. Le seguiré más la pista.


Por favor. Tenéis que escuchar de Spotify la banda sonora de esta película. Su compositora es una tal Karen O. Es asombroso como cada canción pega de puta madre con la escena que se está desarrollando. Intenta dotar a la película de un ambiente infantil, ese ambiente que nos haga comprender mejor el mundo en el que vive nuestro protagonista. Os dejo que la escuchéis y luego comentáis. A mi me parece bocatto di cardinale.

Mención aparte merece los trabajadores de la factoría de Jim Henson, responsables últimos de los apestosillos. Realmente se lo han currado mucho. Confieso que este trabajo “artesanal” me puede frente a la alta tecnología. Pero siendo objetivos, el trabajo es muy muy bueno. Como se mueven, como miran, expresiones de la cara muy logrados,…, todo ello hace que los monstruos cobren una humanidad poco usual.


Por mi parte eso es todo. Os recomiendo que la veáis, pero no con una idea preconcebida de film de corte fantástico. En ese caso, no os gustará un cagao.

Para finalizar, os dejo el trailer con la canción de Wake up de Arcade Fire. Es chocante que sólo se utilizara este tema para la promo, porque su letra es perfecta para el espíritu de la película.


Ale. Portaos bien. Sed buenos. 

sábado, 2 de abril de 2011

71 FRAGMENTOS DE UNA CRONOLOGÍA DEL AZAR (71 FRAGMENTE EINER CHRONOLOGIE DES ZUFALLS)


“Hola, señor Haneke. ¿Cómo va todo?.Espero que muy bien. Oiga, por cierto, ¿podría pedirle un favor?. Mire, preséntenos una película donde el malrrollismo sea la nota dominante. Preséntenos unas vidas jodidas de vivir. De esas en las que nadie quiere estar. Muéstrenos el lado más desagradable de la cotidianidad, de las pequeñas cosas. No nos deje apartar los ojos como cuando vamos por la calle. Y cuando ya estemos cansados y solicitamos clemencia, por favor, mantenga el plano fijo durante dos minutos más. Qué no haya escapatoria. Qué tengamos que ser espectadores de esos instantes interminables. ¿Cree que podrá?. Nosotros confiamos plenamente en usted. Un cordial saludo. El espectador masoquista”.

¿Os imagináis realmente que este canoso austriaco hubiera recibido esta misiva?. No me extrañaría nada. Por como enfoca la película y por cómo ha desarrollado toda su filmografía.

Nos encontramos ante uno de los pesos pesados europeos. En cualquier círculo cinéfilo, Michael Haneke, tiene un sitio especial. Con un estilo sombrío y turbador (realmente sus películas no destacan por alardes técnicos ni tecnológicos), es su rotura de la estructura del guión tradicional lo que le hace ser un cineasta a tener en cuenta. Intenta constantemente sacarnos de una comodidad y plantearnos dudas y situaciones que nos revuelvan la conciencia. No quiere que sus películas sean vistas por cerebros autómatas. Quiere que cada uno saquemos nuestras conclusiones, y que ante una situación unos piensen en positivo y otros en negativo.


Este señor no te quiere dar todo mascado. Quiere que el ser racional llamado espectador piense por si mismo acerca de lo que está viendo. ¿De verdad pensamos que podemos comprender la totalidad de cualquier historia con 90 insulsos minutos?. Es imposible. El desarrollo de la narración cambia cada segundo, al igual de los personajes.

Esta es la principal premisa con que hay que visionar 71 fragmentos de una cronología al azar. El señor Haneke crea una historia de vidas paralelas sobre gente que no se conoce entre si, que por casualidades del destino se irán a cruzar. Sin embargo, el planteamiento del fim es diferente a lo convencional. Haneke mezcla con maestría pequeños “trozos” de la vida de estas personas mostrándonos lo justo. Incluso, a veces, situaciones que no aportan información, pero que conforman un eslabón más de la cadena.


Tiene que ser esfuerzo del espectador el descifrar como se ha llegado a la realidad final y cual ha sido el desarrollo entre ésta y el punto inicial. Es como si te dan fotografías de un día concreto y tienes que desarrollar que pasó durante ese día. Este ejercicio estilístico, obviamente provoca en un principio rechazo al espectador. No nos engañemos, es incomodo!. Pero, al mismo tiempo, provoca en nosotros (al menos en mi) una hipnosis profunda. No podemos dejar de mirar la pantalla, porque realmente estamos esperando respuestas sobre qué demonios está pasando. Y, of course, nunca las vamos a tener. El barbitas sabe bien como jugar a este juego y explota el recurso al máximo.

Sobre esto, quiero destacar una escena que realmente te deja mal cuerpo y resume perfectamente el espíritu de la película. Es un encuadre fijo de una pareja adulta cenando. De repente, el hombre le pega un tortazo a la mujer. Todo se vuelve frío, calmo. Ninguno de los dos hace nada. Solo siguen comiendo como si eso no hubiera pasado. Sabes que pasa algo y que eso tiene que explotar. Quieres levantarte del asiento y gritarle a la mujer que le arreé un puñetazo en toda la cara. Pero no puedes porque estás totalmente embobado esperando a que eso suceda. Cuentas los segundos. Cada poco dices “ahora salta la escena”. Y nada. A pesar de todas tus expectativas, tienes que aguantar cuatro minutos de plano fijo sin que suceda nada. Tus entrañas se quieren salir, quieres apagar la TV, pero realmente no puedes. En increíble.


Centrándonos en lo que nos importa, 71 fragmentos…es una película coral. Se trata de la tercera parte de la trilogía la violencia en la sociedad moderna. Conoceremos las andanzas de un pequeño pícaro rumano (que es el personaje más adulto de toda la película) en las calles de Viena, un matrimonio que se está destruyendo, un jubilado que mantiene una relación más que tensa con la rancia de su hija, otro matrimonio con grandes deseos de adoptar y un joven que está al borde de una crisis nerviosa. Como veis, cada uno de su padre y su madre. Conoceremos pedacitos de su vida-infierno cotidiana, y veremos como poco a poco un final inesperado une la vida de esta gente.

Antes hemos dicho que una de las bases de las películas de Haneke es el guión. Pues bien, el otro pilar fundamental en el que se sustenta sus filmes es la dirección de actores. Al excluir cualquier tipo de superficialidad en escena (música, cualquier tipo de efectos visuales,…), es en el actor/actriz donde recae toda la responsabilidad del buen funcionamiento de la película.

Y realmente se consigue. El niño rumano se casca un papelón de la hostia. Consigue que, dentro de todo este caos y sufrimiento, sea la persona que menos pena despierte en nosotros. Es más, consigue incluso que proyectemos cierta simpatía por él, aunque está en una situación muy difícil. 


El resto de personajes también están a la altura de la película. Yo creo que lo más difícil ha sido conseguir que todo el mundo proyecte un desconsuelo y derrotismo con las mínimas palabras. El guión no es que sea muy largo en cuanto a texto leído. Sin embargo, las caras, las miradas, consiguen dibujar perfectamente la atmósfera deseada por el director. Esta película destila tristeza por todos sus poros, y una ambigua sensación de atracción y rechazo a la par.

No quiero aportar mucho más. Tampoco lo hay. Esta es una película que la tenéis que ver solos y en un momento que estés felices, porque os puede dejar algo chafados.


Como anécdota destacar, que 71 fragmentos…se llevó el premio a la mejor película en la edición de 1994 del festival internacional de Sitges. No quiero ni plantearme como lo obtuvo. No la considero una película que deba de ganar este tipo de certamen. Pero ahí está.

Por último, quisiera dejar unas palabras del propio Michael Haneke, que resumen un poco la idea principal de este post acerca del tipo de cine que existe hoy en día, y cual es su intención principal con esta película:

Vemos muy poco del total y comprendemos aún menos. El mainstream, el cine comercial, nos hace creer que lo sabemos todo. Y eso es aburridísimo. En la literatura del siglo XX, al menos en la de la segunda mitad, no hay ningún escritor que se haya atrevido a dar la impresión de conocerlo todo. Es la fragmentación la única forma de abordar un tema con sinceridad. Al mostrar pequeñas piezas, la suma de esos fragmentos da al espectador la posibilidad de escoger trabajando a partir de sus propias experiencias. Es decir hay que provocar en el espectador que su maquinaria intelectual y emocional se ponga a trabajar.

Ala señores. Sed buenos. Nos vemos pronto.