miércoles, 28 de diciembre de 2011

L'AUBERGE ESPAGNOLE (UNA CASA DE LOCOS)



Esta entrada está dedicada a todos mis amigos de Tampere, mi destino Erasmus. Pero también a todos aquellos que están lejos de sus hogares. Incluso a los que han tenido que irse a otra ciudad para buscarse la vida. Y por qué no, a todas esas personas que han decidido dar un paso adelante en su vida, salir de su burbuja  y conseguir el privilegio de conocer otras culturas y gente.

Porque de eso trata L’auberge espagnole (2002). De culturas y gentes. Y concretamente de gente joven que empieza a despertar en el mundo real, donde anhelamos encontrar a nuestro amor y verdaderos colegas en los que apoyarnos. Y es por eso que la frase “top” de la filmina cobra un sentido absoluto: "No, no es una historia de aviones que despegan. Aunque sí es una historia de despegues."


Creo que ésta no será una idea en voz alta sobre las características propias del film. Este espacio lo quiero dedicar a lo que significó en su día (y sigue significando) esta película para mí. A los sentimientos, risas y tristezas que con ella me surgen. Y es que cualquiera que haya vivido la experiencia de ese año tan famoso, se sentirá inmediatamente identificado con cualquiera de los personajes de la película. 


Cabe destacar que en su día fue un pepinazo en Francia. De hecho, la susodicha beca Erasmus debió de ser ninguneada por nuestros vecinos hasta la muestra de lo que podía llegar a ser. Incluso, he leído que al año siguiente del estreno, las peticiones de la misma aumentaron una barbaridad. Y es que el cine siempre sirvió para movilizar a las masas.


Centrémonos un segundo en el contexto. Presentamos a Javier: un estudiante francés de económicas que se empieza a plantear su futuro. Un futuro, por cierto, muy definido: novia totalmente comprometida, un gran trabajo en ciernes en la comisión europea,… . Sin embargo, toma la decisión de realizar el último año de la carrera en Barcelona con la Beca Erasmus. Y es aquí donde verdaderamente comenzará su vida. Amistad, deseos, celos, estudios, mucha farra,… . Todos los placeres y putadas de la vida se concentran en un año, y durante este tiempo su existencia cambiará radicalmente.


Todo hay que decirlo. La película tiene demasiado buenrollismo. Es decir, la vida en general es genial, pero tampoco sacan el barro auténtico. Porque no nos engañemos: durante este año hay también muchas broncas, puñaladas, algún que otro accidente,… . En L’auberge espagnole hasta los momentos más dramáticos surgen de situaciones de puta madre (tener como amante a una mujer recién casada y que además está buenísima, no te da para ser un desgraciado precisamente). 


¿Y que decir de los compadres y comadres que nos acompañan en esta miniaventura?. Sinceramente son los que dan verdadero sentido a este auténtico lío. Y lo mejor de todo es que los personajes del film corresponden perfectamente a lo que hemos podido vivir en vivo y en directo. Otra cosa no, pero la filmina está repleta de clichés. Momentazo en el que nos presentan una habitación compartida entre un italiano y un alemán. Os podéis imaginar cómo son ambas leoneras, verdad?. La noche y el día.

Pero no solo eso. Todos los momentos top de este año se plasman con una veracidad absoluta. La visita de los novi@s oficiales, o la de los herman@s que acaban siendo uno más de la familia (sin duda, los más borrachos por envidia que sienten del que está allí viviendo). Líos dentro del grupo, l@s mojigat@s de turno, una casa que parece un estercolero, los estudios que no terminan de arrancar del todo,… . Seguro que ahora mismo, mucha gente está con la sonrisa puesta con constantes flashbacks.

Y para más inri, la estética de la pinícula casa ferpectamente con ese estilo de vida. Comenzando con una forma muy videoclipera, imprimiendo un ritmo veloz (esas prisas por rellenar las applications, esos visados, esas compras de última hora,…), poco a poco desaceleramos, degustando como reyes los pequeños placeres de la vida. Y de repente, otra vez la petamos: juergas, risas,… . El señor Cédric Klapisch nos maneja a su antojo. Nos trae y nos lleva como quiere. Y el experimento le sale fetén.

Si podéis, os aconsejo que os la pretéis en V.O. Es muy gracioso ver a franceses hablando español, italianos hablando inglés,… . El espíritu de autosuperación por tratar de comunicarse es genial, y más si lo dice un español, juas.


Y hasta aquí podemos leer. ¿Por qué?. Porque no hay mucho más que decir. No es una película de estudio. Es ante todo una filmina para disfrutar, reírse, sentirte un poco triste en la despedida, y recordar viejos tiempos.

Pues eso. Disfrutarla con salud. Y si ya la habéis visto, repetir vivencia que sé que os gustará, perracas.

Ale. Sed buenos. Portarse bien.

lunes, 19 de diciembre de 2011

PROMESAS DEL ESTE (EASTERN PROMISES)



Promesas del este (2007) es la mejor película sobre mafia que he visto en mi vida desde las dos primeras entregas de El Padrino. ¡Ahí queda eso!. ¿Y cómo se me ocurre soltar a la brava semejante afirmación?. Porque lo tiene todo, ladies and gentlemen!.

Estaba hasta los cojones de tragarme supuestos reflejos de la vida “real” de estas familias tan singulares. Siempre bajo el supuesto “cliché” de comedores empedernidos de espagueti, yonkis de las apuestas y hermandad sin límites. Joder, esa yo lo vimos hace más de 35 años, cuando el tito Coppola nos enseño lo que era cine del bueno.

Promesas…es un puñetazo en la cara. Esto es la verdadera mafia. Lobos con piel de cordero. Aquí no hay cabida para el amor fraternal. Te hacemos de los nuestros, pero al nanosegundo te la metemos doblada. Gente sin escrúpulos, que les da igual trapichear con drogas que con niñas de 14 años.

Y es que el señor David Cronenberg sabía perfectamente qué es lo que quería enseñar y cómo lo quería enseñar. Al más puro estilo Haneke, nos deleita momentos de calma chicha con segundos o minutos de una crudeza sin igual. El alarde de dirección, tanto de guión como de personajes, a lo largo de esta delicia es simplemente brutal.



Cronenberg en una rara avis en este mundillo. Partiendo de unos trabajos muy personales que rozaban la serie C, se ha hecho un peso pesado en la industria independiente americana.
De unas simplezas de filminas, donde la hemoglobina y el sexo eran parte fundamental de su obra, ha llegado a realizar películas más serias y accesibles al gran público, pero sin llegar a vender su firma de autor. La violencia intrínseca del hombre, el cuerpo y el sexo como fundamento vital,…, siguen estando presentes en su obra.

Nos plantamos en el Londres de los años 2000. Una ciudad caótica, con más de 15 millones de habitantes. Y dentro de ella, nos presentan a una familia rusa perteneciente al clan mafioso Vory V Zakone. 

En primera plana se sitúa el jefe supremo, Semyon, un encantador viejecito dueño de un restaurante (cliché!!!), pero que en el fondo es el más joputa del planeta tierra. Junto a él, destacan su alocado hijo Kirill, y el chofer de la familia Nikolai. Entre los tres se partirán la pana. Habrá fidelidad y puñaladas traperas a partes iguales.


Sin embargo, esto no es la historia de una familia mafiosa. Es la historia de una joven británica, Anna, matrona en una afamada clínica, y su búsqueda por conseguir dar a su verdadera familia a un bebe recién nacido, ya que la madre muere durante el parto.

Su búsqueda le lleva hasta el restaurante ruso, y es aquí cuando todo se complica debido a la existencia de un diario que el “angelito” rubio había escrito durante el último año y medio. En él se desvela toda la corrupción, maltratos y trapicheos varios que Semyon y sus secuaces desgranan día a día.  Como os podéis imaginar, nunca has de meter las narices en problemas de familia, y mucho menos en una de estas. Las consecuencias podrían ser fatales.


No parece que sea una joya de la originalidad, verdad?. Ni pretende serlo. Porque donde gana la película es en mostrarnos la realidad diaria de estos gambiteros. Sin darle mucha importancia, nos muestran el submundo de la prostitución y trata de blancas como pocas veces se ha visto en el cine. Un mundo seco y tirado. No se regodea en ello, pero no desea que lo dejemos pasar de largo. Machotes soviéticos tratando a criaturas como si fueran muñecas rotas.

Y con ello, todos los temas que os podéis imaginar después de leer alguna noticia en los periódicos. Y con una verosimilitud increíble. Realmente piensas que así tiene que ser. Es así como te lo has imaginado. Y no hay grandes saraos ni persecuciones grandilocuentes. Todo se hace por debajo de la mesa y de una manera muy ruin.


Obviamente, el gran trabajo de los protagonistas ayuda a crear esta atmósfera. Y a la cabeza de todos ellos nos encontramos al rey de los humanos: Viggo Mortensen. Hay que reconocer que el cabrito impone respeto. Se calza un papelón de la hostia como Nikolai: duro, discreto y sobre todo resolutivo en las tareas que le encomiendan. No es de extrañar que se gane la confianza de la familia.
Mantiene la tensión de los músculos durante todo el metraje y en ningún momento se le atisba una pizca de debilidad. Aparte de todo ello, se nota a la legua que el señor Mortensen se dio una paliza de gimnasio brutal para estar tan mazao. Vamos, que parece un ruso auténtico.  

 
Al otro lado del espectro nos encontramos con Naomi Watts, esa dulce enfermera en busca de la verdad. El contraste entre ambos personajes y sus encuentros “fortuitos” nos hacen reflexionar entre los contrastes y similitudes de ambos mundos. Tan lejos y a la vez tan cerca. Y es que, aunque parezca mentira, los ideales de ambos no están a años luz.


Por último, destacan los líderes de la banda. Padre e hijo. Respecto a este último, al cesar lo que es del Cesar. Si es Black Swan comenté que Vincent Cassel no estaba muy pletórico en el papel, aquí es que lo borda. Con esa cara de ido de la vida, crea un personaje apabullante. Es el típico hijo cascibano que sabe que va a heredar todo el percal en pocos años. Putero, borracho y drogata hasta la saciedad. No nos lo podíamos imaginar de otro modo, no… .


Pero la sorpresa es el señor Armin Mueller-Stahl. Su rol de Semyon nos ofrece al personaje más joputa desde hace años. Nunca un viejecito había dado tanto miedo. Ojito con él. Su mutación de hermanita de la caridad a psicópata sin sentimientos es increíble. Además, se realiza de una forma armónica. Sin sobresaltos. Y eso todavía da más canguelo.

La ambientación. Los pequeños detalles de las cosas. Todo esto se plasma de una manera sutil pero eficaz en la filmina. Además, hay que agradecer el que no nos metan acción a tutiplén sin ningún motivo. Los momentos de tralla son comedidos pero efectivos. Lo que si se plasma durante los 100 minutos es una tensión que es la puta envidia del 90% de los thrillers actuales.


Súmale una banda sonora “Made in” soviet, y ya tienes la ambientación perfecta. Y no se puede pedir más, os lo juro.

Solo me queda recomendárosla enfervorecidamente. Compraros unas palomitas y enchufárosla en casa que no os va a decepcionar.

Ale. A portarse bien. Sed buenos.

domingo, 4 de diciembre de 2011

FASTER, PUSSYCAT! KILL! KILL!



Siempre he sentido algo de pánico cuando me he propuesto ver alguna de esas películas llamadas “de culto”. Filminas sin grandes pretensiones ni grandes presupuestos, pero que terminan convirtiéndose en un pepino mediático con el paso de los años. Y es que muchas veces, el boca a boca funciona mucho mejor que la más grandilocuente campaña de marketing.

La catarsis llega cuando te dispones a ver una de estas películas que ni tan siquiera es conocida en tu país. Films que han obtenido su leyenda dentro de los circuitos underground de países angloparlantes. Se supone que vas a vivir un puto momento mágico.


Y a lo que te das cuenta, te estas tragando un mojón colosal. Tampoco entiendo por qué me desgarro la camisa ante esta situación. Como amante de cine de serie B, se de antemano lo que me voy a encontrar. Supongo que me había creado expectativas altas y por eso me dio la bajuna durante el metraje.

Porque Faster, Pussycat! Kill! Kill! (1965) tiene todos los elementos para ser una bizarrada total. Guión absurdo, situaciones raras de cojones, un trio protagonista que raya la paranoia,…, y tetas. Muchas tetas. De esto hablaremos más adelante porque tiene tela (por supuesto, no pude poner ninguna pega a esto último).


Para comprenderlo todo tenemos que fijarnos en el papá de este engendro:  Russ Meyer. Este viejete verde es una de los grandes clásicos en cuanto a sexplotaiton se refiere. Desde sus comienzos para la revista playboy, hasta sus últimas películas, no paro  de percutir en sus pequeños vicios: chicas jamoncicas, persecuciones estilo western, y una historia de ¿¿amor?? rota o destructiva. 

Y lo peor es que el joputa medio consiguió ser famosete con filminas realizadas con cuatro chavos. Claro que si!!!.  No todo el mundo tiene que llegar a ser un  Hitchcock o Ford.

Vayamos al turrón que hay mucho que contar. Agarraos los machos que aquí llega el plot. Se supone que tres pizpiretas muchachas (en algún momento incluso crees que alguna es un hombre), las cuales trabajan como gogós, son en realidad tres ladronas muy peligrosas. Aparte, tienen el mal vicio de hacer carreras ilegales con sus respectivos bugas.


En una de esas carreras, se encuentran a un chaval, hijo de policía, y a su novia, la cual va vestida como si fuera Wonderwoman (¿¿?¿). El manzebo, al ser vacilado, les acepta una carrerita, y obviamente muere en el intento. Como tampoco hay mucho que hacer, nuestras tres gracias deciden secuestrar a la novia para que no se vaya de la lengua.

¿Creéis que aquí se acaba todo?. Pues no. Mientras repostan en una gasolinera se enteran de la existencia de una familia de paletos que deben de estar forrados. ¿Y si les quitamos la panoja?. Por mi bien, no tengo nada mejor que hacer. Pero nos llevamos a la pija de los cojones que hemos secuestrado. Si, si, claro!!!.


Y allí que van. Por supuesto, los encuentros y conversaciones entre la familia “Cletus” y las tres Vixen son para cagarse. Mención especial es la escena de la comida familiar, donde hay hostias, pullas e intento de folleteo a la par. Terciopelo blanco, oiga!.

¿Cómo se os queda el cuerpo?. Bien, eh?. Pues esperad un segundo,  porque vamos a dar paso a las presentaciones de nuestras protas. Les presentamos a Tura Satana, Haji y Lori Williams. Es de chiste que esta película fuera casi su única participación en el mundo del celuloide. Y después de tragarte la peli, te das cuenta del por qué. 


A pesar de todo, lograron convertirse en estrellas del momento gracias a Faster… , destacando sobre todo a Tura Santana. Su papel de reina del cotarro le hizo ganar mucho dinero y fama, y año tras año algunos kilos de más, hasta convertirse en una foquilla terrestre. El papel de chica dura y despiadada le viene al pelo. Sobre todo porque hay momentos en que parece más un camionero de las Pedroñeras que una Pin-up.

Por otro lado, me gustaría salvar a la preciosa Lori Williams. Realmente es la auténtica belleza de la película. Y su rol de chica estúpida pero acida, hace que su interpretación sea la menos cutre de todos. 

Por último, tenemos a Haji, que bien podría haber sido cambiada por un arbusto. Su aportación, aparte de grandes mamellas, es más que nula. Con decidiros que para darle un poco de chicha al papel, el director la convierte en lesbiana…. 

Sin duda, el principal reto de las tres muchachas es ver quien luce mejor sus encantos. No hay escena en toda la filmina en la que no se enseñe garra o pechuga. Y es el que el señor Meyer debía de tener obsesión por el tema.

¿Y el resto del film?. Pues un despropósito. Hay que decir que tampoco está a años luz de otras películas de la época que se llevaron las alabanzas de los entendidos, como el Blow up de Antonioni. Su montaje es alocado, pero deja seguir la historia de una manera más o menos digna.


El gran problema es la cutrez en si. Ya sabéis que soy fan absoluto de lo cutre nice, pero hay momentos en que se supera a si misma. El guión es simple, pero no malo. Sin embargo, los giros sin sentido para que la historia avance que son realmente estúpidos. Si a esto sumas carreras por el desierto que no vienen a cuento, o momentazos estelares de algunos secundarios que son propias de teatro de colegio, te cagas patilla abajo. 

El blanco y negro le da un toque exquisito. Ya hubiera sido la hostia si se hubiera grabado con esos colores degradados de la época, tan propios de las películas de kung fu de los 70s. Pero no pudo ser. La banda sonora al estilo rockabilly también aporta lo suyo.

Pues eso es lo que hay más o menos. Reconozco que a medida que avanzaba la película iba abriendo más los ojos, flipando de lo que estaba pasando. Es un film que no te puede dejar indiferente. Yo he leído que hay gente que la ama, pero por fortuna (o desgracia) no es mi caso.
 
De todas maneras, siempre hay que dar una oportunidad a estas películas de culto. Pero no se agobien. Si quieren cortarla a los diez minutos, yo les comprenderé.


Ale. Sed buenos. Portarse bien.