miércoles, 16 de marzo de 2011

COWARDS BEND THE KNEE (OR THE BLUE HANDS)



Primera gafapastada del blog. Me encanta ver películas de este estilo de vez en cuando. Y si, es cierto: muchas veces, cuando ha acabado la cinta, tengo la sensación de haber malgastado vilmente mi precioso tiempo. Sin embargo, otras veces, encuentro joyitas con las que comprendo que se puede hacer un cine más allá de convencionalismos. Este es el caso de Cowards bend the knee (or the blue hands).

Vayamos por partes. Hace algunos años, buscando por la red “películas bizarras” (literalmente), encontré un comentario acerca de un film titulado Tales from the Gimli hospital. El usuario aseguraba que era una de las cosas más raras que había tenido el placer de ver en su vida, y que había que echarle mucha pitera para poder tragar con ella. ¿Se puede decir algo más para que la curiosidad me picara instantáneamente?. Yo creo que no.

A pesar de todo, seguí indagando sobre este hallazgo. Gracias a la web filmaffinity, pude conocer que el responsable de este “engendro” era un canadiense llamado Guy Maddin, el cual destaca por importarle tres cojones los formalismos actuales, y realizar películas de estética de cine mudo desde finales de los años 80 hasta hoy en día. En su obra se nota la influencia de directores consagrados como Fritz Lang o Victor Sjöström, y estilos cinematográficos varios que pulularon por los primeros años de este invento llamado cine, como el expresionismo alemán o las primeras corrientes de cine soviético (El acorazado Potemkin).



Con todo esta información, no tuve más remedio que lanzarme a la piscina, rezando para que no fuera un truño. Pero me encantó. Me pareció lo más surrealista que había visto en mi vida, pero esto no impidió que mantuviera mis ojos clavados en la pantalla todo el tiempo. Me había fascinado.
Un año y medio más tarde, de visita en París, pude comprobar como el tal Guy Maddin, no solo no era un mindundi del tres al cuarto, sino que era lo suficientemente importante para que el centro Pompidou hiciera un ciclo sobre su filmografía. Ole sus cojones toreros!.

Una vez realizadas las presentaciones, vayamos al grano. ¿Qué es Cowards bend the knee? Pues una fumada como un piano!. ¿Es aburrida?. Para nada. Aquí nos vamos a encontrar las situaciones más disparatadas que un ser humano pueda pensar (juro que aparecen cosas que no se pueden catalogar ni de anormales). 

Seremos testigos de la caída a los infiernos de nuestro protagonista Guy, tal y como sucedía en las antiguas tragedias griegas. Aquí no hay medias tintas; siempre nos presentarán el peor escenario posible dentro de una atmósfera surrealista. Por  medio, como siempre, las féminas culpables del destino de nuestro héroe. Y aunque parezca mentira, se deja ver sin complicaciones. 

La historia es la siguiente. Un jugador de hockey hielo ha ganado la copa con su equipo. En medio de la euforia aparece su “novia” diciéndole que está embarazada. ¿Cómo vamos a joder el momento de euforia?. Vayamos a abortar!. Y allí que se van los dos.

Todo parece indicar que podría ser el guión de una película de antena 3 un sábado por la tarde. Sin embargo, acabamos de abrir la caja de Pandora, y aquí empieza el desvarío. Se van a abortar a una peluquería!!!!. Qué por la noche es un puticlub!!!. Claaaaaaaaaro. Y el doctor de la operación es el médico del equipo, el cual le gusta operar con un vestido que parece una cortina de ducha. Qué más podemos pedir.

Como se puede observar, la clínica tiene menos seguridad que si la regentara el doctor Nick Riviera, por lo tanto el destino de la chica es más que claro.
Sin embargo, nuestro joven galán no pierde el tiempo. Durante la operación de su novia, se enamora de la ayudante del doctor, que para mas inri es la hija de la dueña de la peluquería-puti (un poco de lío, no?).

  
Con todo este percal, el muchacho intenta cubrir a la moza, pero ella se hace un poco la estrecha. Para poder cumplir, le obliga a una locura sin precedentes: si tiene que amputar sus manos y ponerse las manos azules de su padre (¿¿?¿?), las cuales las tiene guardadas en un bote de huevos en salmuera.

El pobre chico rechaza la chance, pero le drogan para poder realizarle la operación. Nuevamente, el médico malandrín (tiene más puestos que un profesor universitario) es el encargado de la intervención, pero como ve una locura el transplante de manos que pide la mulata, pinta las manos del muchacho de azul para que parezcan las del padre difunto.


Con las nuevas manos, el mozo al menos ve la oportunidad de tener mambo horizontal con la prota, pero ésta le obliga a una cosa más: tiene que matar a la madre de ella y a su novio, ya que les considera los culpables de la muerte de su padre (rizando el rizo).

Y… . Vale ya de contar el argumento porque sería chafar la película (y liaros todavía más). Añadir como mucho que hay más enamoramientos de por medio, muertes de chiste, un padre aprovechado y un final muy buñueliano.

Del dúo protagonista comentar que están los más para allá que para acá. El prota es un enamoradizo, que le toman el pelo constantemente, lo que termina convirtiéndole en una autentica máquina de matar. Y la mulata es una pájara de aquí a Lima. No solo putea al muchacho dejándole a pan y agua, sino que le controla porque siente celos que el resto de las lumis de la peluquería le echen los trastos.

Acerca de los secundarios simplemente apuntar que podrían haber salido todos de una película sobre la movida madrileña, porque tela marinera las pintas que tienen y lo tronados que también están.


Ahora imaginar todo esto rodado como si fuera una película de 1915. Con musiquilla de piano ratonera y la imagen un tanto borrosa. También destacan esos momentos en los que el director utiliza tintes azules para los momentos en los que las manos entran en acción. ¿Es posible que todos estos elementos puedan darse en una película grabada en 2003?. Pues si, y además al cabroncete de Maddin el resultado final le queda muy digno.

 
Tengo que avisar que esta película, o cualquiera de su director, hay que verla sabiendo a lo que uno se enfrenta. Visionar este film sin ningún tipo de conocimiento previo sobre el mismo, puede derivar a pensamientos tales como “¿pero que puta mierda es esta?”, o “¿cómo permite la ley grabar cosas así?”. Reitero la idea del principio: es una película fuera de todo convencionalismo, y el director ha grabado lo que le ha salido del mismísimo miembro. 

Sin embargo, yo reconozco la valía de su esfuerzo. Primero porque hay que tenerlos muy cuadrados para hacer lo que él hace (y sobre todo cuando tiene que presentar la idea al productor para pedir la pasta), y segundo porque demuestra que existe un cine paralelo a lo que todo el mundo conoce.

Por lo tanto, disfrutar de la filmina, amigos. Si tenéis los suficientes huevos, claro está.

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