sábado, 12 de marzo de 2011

SUSPENSE (THE INNOCENTS)



¿Nunca os ha pasado que, viendo una película, os van llegando a la memoria recuerdos vagos de escenas de otras anteriormente vistas?. ¿Y nunca os ha pasado que a mitad del metraje tenéis que sentenciar de manera contundente “pero si el cabrón aquel ha copiado este film palmo a palmo!!”?

Este regustete es el que se me queda cuando pienso en Los otros una vez visionada la película que nos atañe. Y con ello aparecen nuevas notas mentales: que las historias de miedo con mujer puritana y niños cabroncetes en época victoria son más viejas que mear en una pared, y que se necesitan urgentemente nuevas ideas para revitalizar un género como es el de fantasmas, el cual está ya más manido que las concursantes de Hombres, Mujeres y Viceversa. Quede constancia que no es mi intención quitarle ningún merito a la película de Alejandro Amenábar, pero está claro que, bajo mi humilde opinión, queda rebajado considerablemente el impacto por novedad que tuvo en su día.

Suspense, o más conocida como The innocents (¿Por qué seguimos teniendo las peores traducciones del mundo mundial?), ve la luz en 1961. En principio, nos disponemos a ver una película de fantasmas y problemas no resueltos dentro del seno familiar (hasta en las mejores familias pasa, oiga).
Como gran gancho tenemos a una actriz como la copa de un pino llamada Deborah Kerr, la cual, sin menospreciar al resto del reparto (que son cuatro y el de la guitarra), se come cada escena en la que sale con papas. 


Es muy difícil mostrar diferentes estados de ánimo de una manera creíble con mínimos cambios faciales. Pasar del amor a la paranoia y de allí a la compasión en pocos minutos, como si verdaderamente estuviera viviendo esa situación. Pues lo consigue!, y además nosotros pasamos por el aro, y la creemos sin rechistar. No se si la película hubiera sido igual sin ella, pero dentro de mi desconocimiento de actrices de la época, me parece una decisión muy acertada que interpretará el papel protagonista.

Vayamos al grano entonces!. Como he dicho antes, esto se trata de un flim de fantasmas, y la cosa no puede empezar más sugerente. Antes de nada, sobre un negro absoluto, escuchamos esta tonadilla que da paso a las primeras imágenes:


Ahora tener huevos a admitir que no os ha dado algo de yuyu!!. Sólo con esto ya empiezas a barruntar en el sofá que, pase lo que pase, esa niña cantarina va a hacer algo muy malo.

Toda la historia comienza con que un lord londinense quiere contratar a una institutriz para sus dos sobrinos, los cuales viven en una mansión (que choza, señores, pero que choza!!) en la zona de Bly. Por lo que se ve, la anterior “trabajadora social” murió en extrañas circunstancias hace dos meses (si, si…). A la sustituta se le concede toda la potestad sobre los niños, pero sólo con la condición que jamás llame al señor para molestarle.
Vamos, que el cabronías lo que quería era buscar a una super nani para mantener a raya a las fieras, mientras él se dedicaba a disfrutar de los entresijos de la ciudad y a dejarse los cuartos en partidas de poker descubierto.
Finalmente, Miss Giddens (Deborah Kerr) acepta el puesto de institutriz y parte para la villa. Miss Giddens, aunque algo nerviosa al tratarse de su primer trabajo, marcha a Bly con la convicción de hacer un buen trabajo con los niños. ¿Nos hemos olvidado comentar que la institutriz es hija de pastor protestante y más puritana que una monja de clausura?. Una de topicazo, por favorrrrrrr… .

Cuando llega a la mansión, sólo se encuentra Flora, la sobrina, ya que su hermano Miles está en el internado hasta final de trimestre. También conviven bajo el mismo techo el ama de llaves, una cocinera y el jardinero. Vamos, que los jodidos pequeñuelos vivían como dios. Es en estos primeros días cuando Mss Giddens empieza a preguntar sobre la muerte de la anterior institutriz, pero la ama de llaves le da largas cada vez que lo intenta.

Suddenly, llega una carta a la casa anunciando que el pequeño Miles ha sido expulsado amistosamente del internado. Se ve que quería quemar a más de un profesor. 
Obviamente todos se preguntan cómo puede pasar eso, si Miles es un cielo de niño. Si, claro, y Flora parece una niña dulce y delicada, pero nosotros sabemos que en el fondo es más mala que el sebo de rata.



Y por fin tenemos a todos juntitos en la casa, como a una verdadera familia. Y es aquí cuando comienza todo lo bueno. Poco a poco, la joven institutriz va viendo y sintiendo cosas fuera de lo común. Cosas que le van sumiendo en una profunda y desquiciante locura, donde no podrá discernir si vive una realidad o una pesadilla. Y ahí, siempre de fondo, los mismos factores: la choza victoriana, los repelentes infantes y la difunta institutriz.

Con la verdad por delante, hay que decir que no es un film de miedo al uso. Ni siquiera hay sustos de verdad. Pero juro por mis muelas que no estaba tan tenso viendo una película desde hace mucho tiempo. Todo es desquiciante: los niños hijoputas (cuando dice mi padre lo que vale una hostia a tiempo, que razón tiene el hombre), la historia de la antigua institutriz, e incluso el escenario dónde nos encontramos.

Y como catalizador de todo ellos, tenemos a la señora Deborah Kerr, que nos hace sentir todo lo que ella está sintiendo en la pantalla. Nos transmite toda su locura y desesperación de no entender la situación. Y cuando por fin lo entiende, también nos hace cómplices de la única solución posible a todo este lío.



El montaje de la película esta en concordancia a lo  qué se  pretende transmitir. Esas escenas de imágenes superpuestas nos permiten introducirnos en la desquiciada mente de la institutriz. Podemos viajar con ella a la locura. Además, el blanco y negro de la película le da un plus de tensión a las escenas nocturnas. No creo que el resplandor de las velas quedara igual de impactante con color.

Y sobre todo, me gustaría destacar el enfoque utilizado para tratar el tema de los fantasmas En el 95% de los casos, cuando nos encontramos con estas películas, al final siempre hablamos de ánimas atrapadas en casas abandonadas, muertes horribles y venganzas peores, etc… . The innocents nos quiere dar otra opción. La opción de que los monstruos y fantasmas somos nosotros, que surgen de lo aprendido y de lo que proyectamos en el día a día. Y que es peor tener esto que a un espíritu moribundo en tu casa.

Recomiendo el visionado de esta película sin lugar a dudas. Como muestra de toda la filmina, me quedo con la escena en que Miles y Miss Giddens se encuentran solos en una habitación, calentándose en la chimenea. Y cómo, de manera desquiciante, Miles (recordamos que es un niño de unos 10 años) tratar de seducir a su institutriz, poniendo una jeta que da un repelús tremendo.


Eso es todo. Si os he convencido, ya os la estáis descargando para poder disfrutar de esta película. Buen finde a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario