martes, 10 de mayo de 2011

BANDA APARTE (BANDE À PART)


Estoy muy contento. Gracias a esta película me he reconciliado con un movimiento cinematográfico que me había entrado por el ojo izquierdo. Y es que no entendía muy bien que nos quería mostrar la Nouvelle Vague. Salvo honrosas excepciones (las fantásticas Los 400 golpes y La noche Americana, ambos de mi amigo Truffaut), todas las películas que había visto dentro de esta corriente me parecían pedantes, realizadas para agrandar el ego de sus creadores. No me aportaban nada en absoluto.

Bande à part (1964) me ha abierto los ojos. Esta película es una delicia de principio a fin. Si, hay momentos de autentico mamoneo. Incluso es posible que haya gente que le parezca boba e insulsa. Pero a mi me ha mostrado una gran verdad. Me ha enseñado lo que, en mi honesta opinión, quería ser la Nouvelle Vague. Y esto no era más que ser la antítesis de la Mainstream americana de la época.


Godard, Resnais, Truffaut, Chabrol… . Todos ellos amaban los géneros clásicos: el drama, el cine negro, la comedia costumbrista… ; sin embargo, querían huir de las reglas establecidas por los grandes estudios de Hollywood. Crearon un estilo más burdo, más natural. Rodaban en exteriores, cámara en mano. Realizaban cortes abruptos entre escena y escena. No seguían una linealidad estricta en el guión. Los personajes pasaban de conversaciónes importantes a pajas mentales sin importancia en cuestión de segundos.
Todo ello conformó un cine distinto, llamémosle de guerrilla si queréis. Y ahora entiendo este valor.


Jean-Luc Godard, el director de esta película, es uno de los máximos exponentes de este movimiento. Por mi parte, al Cesar lo que es del Cesar. Si bien está película me pareció una maravilla, su supuesta obra maestra (y prima), Al final de la escapada, me resulta un petardo horrible. Si estáis interesados en el leer un poco más sobre él, comprobaréis que estamos ante el ego más grande que ha dado el cine europeo, después del genio-cabrón danés Lars von Trier. Trabajo todo tipo de géneros, incluso el panfleto político. Y como no, triunfó y naufrago a partes iguales. Aquí dejo que cada uno visione y opine sobre él.

Y ahora, vayamos al grano. La historia de esta película no puede ser más simple. Tres jóvenes parisinos (dos chicos y una joven) se conocen en una clase de inglés. Allí, entablarán amistad y de paso planearan dar un golpe que les solucione la vida. La chiquilla vive con sus adinerados tíos, los cuales guardan una fortuna dentro de su casa. La muchachada intentará trincar todo el fardo y darse el piro lo antes posible. Obviamente, durante el golpe habrá alguna que otra sorpresa.


Si me preguntan dónde está el éxito de esta filmina, contestaré sin vacilar que gran parte de la culpa la tiene el trío protagonista. Sencillamente están de cine (chiste malo yeah). Cada uno en su papel: el chulito ligón y algo peligroso, el amigo algo más “peter” pero de buen corazón y la chica tontita que no lo es tanto.


Mientras veía el film, no pude evitar hacer comparaciones. Y es que otros tríos de cine posterior, como los protagonistas de Y tú mama también deben mucho a esta película. El equilibrio es perfecto. Y como no, las mejores escenas de la película se desarrollan cuando los tres están en la pantalla. Quedarán en mi retina por mucho tiempo los momentos del baile en el bar, el minuto de silencio real que propone Arthur, los momentos de viaje en coche, batir el récord de menos minutos en visitar el Louvre,… . Todos ellos son minutos de cine del bueno.

Los muchachos, Arthur y Franz, son enormes. Dos vividores de poco monta que chulean, roban, se ríen,… . Uno sueña con correr algún día en Indianápolis y el otro simplemente quiere vivir sin tener que currar en su vida. Tontos no son, vamos!.
¿Tengo que explicar que ambos están colados por la misma chica?. Es algo tan de cajón que no lo he querido ni mencionar. La tensión irá en aumentado debido a esta noñería.


Y aquí aparece mi amor. Un angelito caído del cielo. Anna Karina (Odile) se come la pantalla por completo. Creo que hay pocas chicas que estén tan espectaculares en pantalla como ella. Simplemente es sensualidad en esta puro. Y créanme cuando digo que daría mi brazo izquierdo por estar un rato con ello.
El papel de la alocada y tontina Odile le viene como anillo al dedo. Juega a doble banda, y ella lo sabe. Cuando ella ríe, nosotros nos derretimos. Cuando ella esta triste, nosotros nos apiadamos.
Aparte de todo esto, es la balanza perfecta dentro del trío. Es la que da pie a las conversaciones más absurdas, y el director se apoya en ella para introducir dentro de la película todas aquellas pinceladas dignas de fumeteo. Odile deja entrar a la Nouvelle Vague dentro de la película.

A parte de los personajes, hay otros aspectos que me gustaría destacar. El hecho que hay un narrador en off es muy raro, pero efectivo. Nos saca de la realidad de la película, y nos explica cada poco la situación real entre los jóvenes. Con ello, lo que consiguieron conmigo es que viviera la película como personaje pero también como espectador. Y la experiencia fue satisfactoria.


No me quiero olvidar de la maravillosa París, que es filmada de una manera mágica. Está película no sería la misma si no tuviéramos este telón de fondo. La verdad es que Godard le encantaba rodar aquí. En todas sus películas siempre nos quiso mostrar a esta magnífica dama. La fotografía, en riguroso blanco y negro, acompaña perfectamente al film. La banda sonora tampoco está mal. Clásica para su tiempo, suficiente para lo que se espera. De hecho, los puristas preferían rodar solo con sonido ambiente

Poco más puedo añadir. Si quieren una recomendación, no la dejen de ver. Creo que es una de las mejores artesanías del ególatra francés por excelencia. Y sobre todo, sorpréndanse con el final del mismo. A mi me chocó un poco.

Para acabar, les dejo con una escena que a mi me pareció exquisita.


Sed buenos. Buenas noches.

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