viernes, 19 de agosto de 2011

AMER (2009): CUANDO LO VISUAL SOMETE AL GUIÓN

No me quiero enrollar. En el 95% de los casos, el fin último de una buena película es entretener. Ya sea por el modélico desarrollo de su historía como por las hostias y las explosiones que se suceden durante el clímax final. Ya es asunto de cada uno el distinguir cuales son buenas, muy buenas o mierdas embotadas.

Sin embargo, nos solemos olvidar de esas pequeñas joyas que sólo existen para que nos deleitemos con su exclusivo visionado, sin pensar en absolutamente nada más. Hay que recordar que el cine es arte, y como arte, tiene que ser vehículo de emociones sin tener que someter su existencia a reglas establecidas. En este caso, un guión.

¿Alguién podría explicar la historía que hay detrás de un Pollock?. ¿o de un Kandisnky?. Y sin embargo, la cantidad de sensaciones que surgen desde nuestro interior cuando estamos frente a ellos, o no?. Da igual que sea de rechazo o aprecio. Las cabronas lo consiguen, y eso ya es suficiente.

Es por ello que dos pinches jarrapatadas llamados Hélène Cattet y Bruno Forzan deciden en 2009 recorrer este tortuoso camino con su ópera prima: Amer.

Basándose en las reglas del cine Giallo del maestro Argento, nos regalan un carrusel de colores, giros inesperádos de cámara y clichés varios. No esperen conclusiones finales, diálogos brillantes ni chascarrillos ocurrentes. Todo lo que ocurre en este película está supeditado a deleitarnos el sentido de la vista.

Y para muestra un botón.


Si después de ver estos cuatro minutos, os pica el gusanillo, no dudés en pasaros esta filmina.

Hasta aquí la opinión. Ahora está en sus manos. Aleeeeeeeee. Sed buenos

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