domingo, 4 de diciembre de 2011

FASTER, PUSSYCAT! KILL! KILL!



Siempre he sentido algo de pánico cuando me he propuesto ver alguna de esas películas llamadas “de culto”. Filminas sin grandes pretensiones ni grandes presupuestos, pero que terminan convirtiéndose en un pepino mediático con el paso de los años. Y es que muchas veces, el boca a boca funciona mucho mejor que la más grandilocuente campaña de marketing.

La catarsis llega cuando te dispones a ver una de estas películas que ni tan siquiera es conocida en tu país. Films que han obtenido su leyenda dentro de los circuitos underground de países angloparlantes. Se supone que vas a vivir un puto momento mágico.


Y a lo que te das cuenta, te estas tragando un mojón colosal. Tampoco entiendo por qué me desgarro la camisa ante esta situación. Como amante de cine de serie B, se de antemano lo que me voy a encontrar. Supongo que me había creado expectativas altas y por eso me dio la bajuna durante el metraje.

Porque Faster, Pussycat! Kill! Kill! (1965) tiene todos los elementos para ser una bizarrada total. Guión absurdo, situaciones raras de cojones, un trio protagonista que raya la paranoia,…, y tetas. Muchas tetas. De esto hablaremos más adelante porque tiene tela (por supuesto, no pude poner ninguna pega a esto último).


Para comprenderlo todo tenemos que fijarnos en el papá de este engendro:  Russ Meyer. Este viejete verde es una de los grandes clásicos en cuanto a sexplotaiton se refiere. Desde sus comienzos para la revista playboy, hasta sus últimas películas, no paro  de percutir en sus pequeños vicios: chicas jamoncicas, persecuciones estilo western, y una historia de ¿¿amor?? rota o destructiva. 

Y lo peor es que el joputa medio consiguió ser famosete con filminas realizadas con cuatro chavos. Claro que si!!!.  No todo el mundo tiene que llegar a ser un  Hitchcock o Ford.

Vayamos al turrón que hay mucho que contar. Agarraos los machos que aquí llega el plot. Se supone que tres pizpiretas muchachas (en algún momento incluso crees que alguna es un hombre), las cuales trabajan como gogós, son en realidad tres ladronas muy peligrosas. Aparte, tienen el mal vicio de hacer carreras ilegales con sus respectivos bugas.


En una de esas carreras, se encuentran a un chaval, hijo de policía, y a su novia, la cual va vestida como si fuera Wonderwoman (¿¿?¿). El manzebo, al ser vacilado, les acepta una carrerita, y obviamente muere en el intento. Como tampoco hay mucho que hacer, nuestras tres gracias deciden secuestrar a la novia para que no se vaya de la lengua.

¿Creéis que aquí se acaba todo?. Pues no. Mientras repostan en una gasolinera se enteran de la existencia de una familia de paletos que deben de estar forrados. ¿Y si les quitamos la panoja?. Por mi bien, no tengo nada mejor que hacer. Pero nos llevamos a la pija de los cojones que hemos secuestrado. Si, si, claro!!!.


Y allí que van. Por supuesto, los encuentros y conversaciones entre la familia “Cletus” y las tres Vixen son para cagarse. Mención especial es la escena de la comida familiar, donde hay hostias, pullas e intento de folleteo a la par. Terciopelo blanco, oiga!.

¿Cómo se os queda el cuerpo?. Bien, eh?. Pues esperad un segundo,  porque vamos a dar paso a las presentaciones de nuestras protas. Les presentamos a Tura Satana, Haji y Lori Williams. Es de chiste que esta película fuera casi su única participación en el mundo del celuloide. Y después de tragarte la peli, te das cuenta del por qué. 


A pesar de todo, lograron convertirse en estrellas del momento gracias a Faster… , destacando sobre todo a Tura Santana. Su papel de reina del cotarro le hizo ganar mucho dinero y fama, y año tras año algunos kilos de más, hasta convertirse en una foquilla terrestre. El papel de chica dura y despiadada le viene al pelo. Sobre todo porque hay momentos en que parece más un camionero de las Pedroñeras que una Pin-up.

Por otro lado, me gustaría salvar a la preciosa Lori Williams. Realmente es la auténtica belleza de la película. Y su rol de chica estúpida pero acida, hace que su interpretación sea la menos cutre de todos. 

Por último, tenemos a Haji, que bien podría haber sido cambiada por un arbusto. Su aportación, aparte de grandes mamellas, es más que nula. Con decidiros que para darle un poco de chicha al papel, el director la convierte en lesbiana…. 

Sin duda, el principal reto de las tres muchachas es ver quien luce mejor sus encantos. No hay escena en toda la filmina en la que no se enseñe garra o pechuga. Y es el que el señor Meyer debía de tener obsesión por el tema.

¿Y el resto del film?. Pues un despropósito. Hay que decir que tampoco está a años luz de otras películas de la época que se llevaron las alabanzas de los entendidos, como el Blow up de Antonioni. Su montaje es alocado, pero deja seguir la historia de una manera más o menos digna.


El gran problema es la cutrez en si. Ya sabéis que soy fan absoluto de lo cutre nice, pero hay momentos en que se supera a si misma. El guión es simple, pero no malo. Sin embargo, los giros sin sentido para que la historia avance que son realmente estúpidos. Si a esto sumas carreras por el desierto que no vienen a cuento, o momentazos estelares de algunos secundarios que son propias de teatro de colegio, te cagas patilla abajo. 

El blanco y negro le da un toque exquisito. Ya hubiera sido la hostia si se hubiera grabado con esos colores degradados de la época, tan propios de las películas de kung fu de los 70s. Pero no pudo ser. La banda sonora al estilo rockabilly también aporta lo suyo.

Pues eso es lo que hay más o menos. Reconozco que a medida que avanzaba la película iba abriendo más los ojos, flipando de lo que estaba pasando. Es un film que no te puede dejar indiferente. Yo he leído que hay gente que la ama, pero por fortuna (o desgracia) no es mi caso.
 
De todas maneras, siempre hay que dar una oportunidad a estas películas de culto. Pero no se agobien. Si quieren cortarla a los diez minutos, yo les comprenderé.


Ale. Sed buenos. Portarse bien.

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