miércoles, 26 de octubre de 2011

ANTES DE LA LLUVIA (BEFORE THE RAIN)



Tengo que admitirlo. Me he quedado prendado de esta película. No me esperaba gran cosa, sinceramente. Por muchos premios que tuviera a sus espaldas (incluyendo el León de Oro del Festival de Venecia en 1994), tenía el presentimiento de encontrarme con un bodrio que la “crítica” especializada había alzado al olimpo de obras maestras. No es por nada, pero este año ya me ha pasado unas cuantas veces.

Gracias al cielo me equivoqué. Y tanto que me equivoqué. Antes de la lluvia (1994) es un grandioso canto, o mejor dicho llanto, a la desesperanza. Es todo sutileza, poesía y tristeza. Es una oda permanente al odio. Odio que enfrenta a pueblos y religiones. Pero que  también destruye al hombre en su interior, convirtiéndolos en animales.


Hasta ahora tenía a Underground, de Emir Kusturica, como la película definitiva sobre la guerra de los Balcanes y  sus consecuencias. El tono desenfadado y surrealista de la misma me llegó muy profundo, logrando que comprendiera la gravedad del asunto con una pequeña sonrisa en los labios. A pesar de todo, un halo de esperanza recorría la filmina.
Antes de la lluvia es el contrapeso perfecto. Nos muestra la realidad tal y como fue (o como el director recuerda), y no hay cabida para la alegría, por mucho que nuestros protagonistas se empeñan en buscarla.

La sentencia principal del film resume perfectamente el espíritu del mismo: “el tiempo no muere jamás, el circulo nunca se completa”. Por mucho que nos empeñemos, las cosas seguirán como siempre. No habrá punto final. Incluso después que la lluvia empiece a caer. 

 
Un director novel macedonio, Milcho Manchevski, fue el responsable de parir esta magna obra. Es extraordinario ser testigo del dominio del tempo que tiene sobre la historia. Parece un ritmo lento, pero no es así. El señor Milcho nos dosifica el cuento en pequeñas píldoras para que nunca perdamos el interés. Quiere que nos involucremos con la historia pero también con los personajes. Quiere mostrarnos la realidad de lo que pasa en su país y la realidad entre personas y sus sentimientos. Dejar conocer.

Antes de la lluvia está dividida en tres episodios: Palabras, Rostros e Imágenes. Todas ellas historias de amor cortadas por la violencia de la guerra y el odio que de ella surge.

En Palabras, nos encontramos el relato de un joven monje macedonio con un estricto voto de silencio, que refugia sin que nadie más lo sepa a una pequeña niña musulmana de origen albanés. El amor entre ellos surgirá y nuestro protagonista deberá decidir su futuro junto o sin ella.


Rostros nos traslada de Macedonia a Londres. La joven Anne, se encuentra en una encrucijada. Debe decidir a qué hombre amar: si a su marido o su amante macedonio, reportero de guerra y compañero de trabajo de su agencia. La decisión no será nada fácil.


Por último, Imágenes cierra con maestría esta esplendida película. El amigo fotógrafo vuelve a su Macedonia natal para encontrar la paz que necesita. Aunque también intentará conquistar a su amor de juventud. Sin embargo, se encontrará con una tierra muy cambiada, que incluso le es hostil.


¿Qué decir de cada una de ellas?. Todas tienen su punto. Es posible que la segunda historia nos sea más cercana, porque transcurre en Londres en vez de en una tierra lejana. El dolor que Anne sufre es algo que podemos ver en nuestro día a día, y enseguida nos ponemos en su pellejo. Los escasos 30 minutos de Katrin Cartlidge son para enmarcar.

A pesar de todo, ya sabéis que a mi me va lo raruno. Es por eso que conecté mejor con los dos episodios que transcurren en Macedonia.

El primero es algo más especial por la falta de diálogo del protagonista; obvio por otra parte debido a su voto de silencio. Por eso tiene mucha miga el título del episodio: Palabras. Todo lo que el joven célibe deja de decir por su boca, lo expresa con miradas. Miradas de amor y cariño hacía su pequeña protegida. Y también de arrepentimiento y miedo por el caos que trae consigo al convento. Muchas veces el lenguaje corporal muestra más que un conjunto de ideas expresadas.

Y llegamos al tercer acto. Punto culminante de la filmina. Y lo es por dos motivos especiales: se logra transmitir la “belleza” de una tierra yerma que lleva años en lucha continua, y el ángel que lleva consigo el señor Labina Mitevska.


Seguramente os estaréis preguntando quien es este tipo. Por el nombre obviamente no tendréis ni idea, pero os puedo asegurar que si veis una foto suya en Google, enseguida lo situaréis en dos o tres películas, haciendo siempre de malote del Este.
Sin embargo, aquí cambia de tercio, y se te caen los cojones al suelo por su interpretación.
Despreciando todos los avisos ajenos, vuelve a su pueblo, donde alguna vez se sintió con vida. Aunque lo que se encuentra no es nada halagüeño, intenta ver el lado positivo de la vida y tirar hacia delante. Y es en este intento cuando trata de conseguir al amor de su vida: una bella musulmana.

Lo más mágico de su interpretación es el momento en el que asume su implicación en el conflicto. -Tienes que decidir- le dicen. –Hay que ser de un bando-. Él, como reportero de guerra, dice no implicarse, pero debido a un episodio trágico, finalmente se descubre a si mismo que si que se ha implicado. Y por ello un hombre esta muerto. 


Lo profundo de esta reflexión va más allá de la película. Es una reflexión genérica sobre cualquier conflicto. No puedes quedarte parado. Nos demuestran que, queramos o no, tenemos que tomar partido de ello.

Hay muchas cosas que se me quedan en el tintero, pero sería dar vueltas al mismo torno. Sobradamente esta película entra directa en el top five de lo que he visto durante el año. Os la recomiendo encarecidamente que la veáis. Es una película triste, pero merece la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario