miércoles, 2 de noviembre de 2011

DARKMAN



El cine, como la vida, necesita superhéroes. O al menos, algunos freaks que nos defiendan de amenazas y facinerosos varios. Con esta premisa, que cada uno elija a sus preferidos.
No me cabe la menor duda que mucha gente siente gran simpatía por los personajes clásicos, tales como Superman, Spiderman, Batman,… . Personajes que dibujan a la par un lado poderoso y otro más humano, mostrando de esta manera sus propias miserias. Supongo que por eso son más aceptados incluso. 


Sin embargo, no llegan al estatus de marginados sociales. Los cabrones son guapetes, alguno montado en el dólar; ligan y  chulean de vez en cuando. Les falta un algo para que puedan obtener mi beneplácito. Seres como Hellboy, V o el Vengador Tóxico los tendré siempre más en cuenta que los otros peleles en pijama.
Y en este selecto grupo también entra Darkman (1990). La historia de un hombre desfigurado que clama vendetta por lo que le sucedió. Y la alegría no puede  ser mayor cuando descubres que los escarceos de este cabrón con pintas han sido ideados por un high freak como Sam Raimi. Amo y señor de la trilogía más terroríficamente divertida: Evil Dead.


Conclusión. Una buena historia, con héroe al desuso, se junta con director de cine B. ¿Resultado?. Una hora y media de entretenimiento,  grandes dosis de maquillaje, charcutería gruesa, persecuciones e idas de olla propias del compadre Raimi.
Como todos los antihéroes, su historia comienza con desgracia para transformarse en venganza. Un reputado científico, que trabaja en la creación de una piel sintética,  recibe una paliza de muerte por parte de unos matones en su lugar de trabajo. A pesar de todo, eso les parece un poco gayer,  por lo que deciden petar todo el garito con el doctor dentro. 


Obviamos que queda hecho una mierda, verdad?. Sin embargo, el muy perro sobrevive con condiciones acojonantes: no siente ningún dolor y su nivel de ira puede alcanzar niveles estratosféricos, otorgándole una fuerza fuera de lo normal.
Bajo esa nueva vida, decidirá dar cazas a las ratas turcas que le han hecho parecerse a la duquesa de alba sin maquillar. La  venganza está servida. 

 

Si. Ya lo sé. La historia no es ninguna oda a la originalidad. ¿Y qué?. Me importa un cagarro. Es más. Estás historias clásicas son las que mejor funcionan para este estilo de películas.
Entonces, ¿por qué la película gana enteros?. Porque amamos al personaje. Darkman era un pobre pringao, y ahora es un pobre pringao deformado que decide dejar de ser un pusilánime y echarle dos cojones al asunto.
También le adoramos porque el cabrón puede ser quien quiera ser durante 99 minutos, gracias al invento de la piel sintética. Puede crear caras, manos, etc,…, pero a los 99 minutos esa piel se pudre, mostrando su verdadero rostro. No es un poder al uso, pero mola un huevo.


Ok. Tenemos un personaje con carisma. Una historia de venganza como dios manda. Unos malos de barrio, con su latino, su torpe gordo, etc… . E incluso una novia que daba a su chorbo por muerto para descubrir que no. De momento bien, no?.
Sin embargo, muchos directores crearían un churro de teleserie con todos estos ingredientes. Afortunadamente Sam Raimi ensambla todas las piezas de forma magnífica. No es una obra maestra, claro que no. Pero el director dota el tono perfecto que necesita la película: una mezcla entre humor negro, drama, superhéroes y  aventuras urbanas, muy del estilo de los 90s.
Aparte, muestra ciertos detalles propios de sus películas anteriores: giros de cámara rápidos, cambios abruptos de ángulos con mucho zoom, superposición de planos con predominantes fondos rojos (esto último para acercarnos a la idea de la locura). Todo ello nos aproxima más a una película de serie B.


Con unos efectos especiales más que decentes, y un maquillaje genial (Darkman sin venda queda muy, pero que muy, efectista), el film va a más. Digamos que pequeños detalles hechos desde la artesanía de entonces, hacen que la película sea más querida. Nos parece una hermana pobre de las grandes superproducciones, realizada a base de pelotas y buenas ideas.
Por mí ya está todo dicho. El hecho que los protas sean Liam Neeson o Frances McDormand, no me dice mucho. He visto otras películas donde sus dotes interpretativas son mucho mejores. Aquí cumplen con el papel que la historia requiere. Punto pelota.
El cine necesita superhéroes. Pero por mi, que sigan la estela de este gran Darkman. Les necesitamos.
Ale. Portarse bien. Sed buenos.
P.D: ¿Creéis que Nacho Vigalondo pensó en esta película para sus Cronocrímenes?




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