miércoles, 12 de octubre de 2011

CIGARETTE BURNS (MASTERS OF HORROR SERIES)



“John Carpenter’s…” es una marca de agua por si misma. Una coletilla que graba a fuego un estilo de cine. Tanto para lo bueno como para lo malo. Y es que la carrera del rey indiscutible de la serie B norteamericana siempre ha sido una montaña rusa. Engarzando películas terroríficas, salpimentadas con comedia gruesa, con auténticos sinsentidos.

Siendo sinceros, en la última década, el maestro Carpenter no estaba realizando grandes filminas que dijéramos. Dos mondongos del tamaño de Vampiros y Fantasmas de Marte, y un intento fallido de resurrección del joputa Bob "Snake" Plissken, casi acaban con su carrera. De hecho, yo estaba convencido que así era.


Pero, como dice el refranero, “el que tuvo, retuvo”, y ha sido a través de la TV donde hemos podido disfrutar como gorrinos en charca del mejor Carpenter de los últimos tiempos.

Hace cinco o seis años, la cadena norteamericana HBO le pidió a Mick Garris, un mindundi cuyo mayor éxito había sido Critters 2 (cágate lorito), que se encargase de realizar una serie de terror al estilo Amazing Stories. Capítulos de terror de una hora de duración, sin ningún tipo de censura. La casquería y el mal gusto podían campar a sus anchas.

De esta forma el señorito Garris, tiró de agenda y comenzó a llamar a grandes del género: Tobe Hooper, John Landis, Dario Argento, Joe Dante, Takashi Miike, etc… . La serie tuvo un éxito relativo y se llego a hacer incluso una segunda temporada.


Con su capítulo, el artista John Carpenter vuelve a darlo todo. Cigarette burns (2005) es sin duda la mejor historia de la temporada, y lo mejor que ha parido su creador durante la primera década del siglo XXI. Si el metraje se hubiera alargado hasta los 90 – 100 minutos, seguramente tendríamos en nuestras manos a una posible ganadora del festival de Sitges.

La historia tiene miga. Un pobre diablo llamado Kirby Sweetman regenta un cine de poca monta. El negocio no es que le vaya muy bien. Sin embargo, el muchacho está pluriempleado. En sus ratos libres, se dedica a buscar películas extrañas para ricachones a cambio de mucha panoja.

Un día, un hombre muy extraño, Mr. Ballinger, le contrata para que encuentre una película maldita: La fin absolue du mond. La leyenda detrás de esta filmina acojona: en su estreno en el festival de Sitges hubo una cuantiosa cantidad de muertos durante su proyección (como dice Mr. Ballinger, “el olor a sangre quemada inundaba toda la sala”). En los años siguientes, volvieron a sucederse las carnicerías cada vez que se intentaba montar un pase. Su halo de película “viva” se acrecentó a lo largo de los años, asociándola directamente con la muerte.  


Kirby no tiene más opción que aceptar el encargo de encontrar la única copia existente. Sin embargo, a medida que avanza hacía ella, descubrirá que no solo es el visionado del film lo que tiene un efecto devastador, sino el mero hecho de conocerla y acercarse a ella. El muchacho se introducirá en un mundo de paranoia, muerte y dolor. 


¿Cómo se os queda el cuerpo?. Bien, no?. Pues en medio de todo este jaleo, Carpenter saca a relucir todo lo que ha hecho de su filmografía una delicia. Mucha tensión, momentos gore concretos, un objeto maldito que no representa la muerte y lo más oscuro, sino que propiamente lo es. Y sobre todo, un protagonista que se redime por el camino, hasta descubrir la verdad.

Los momentos de charcutería son cortos pero intensos. Lo justo para que tengamos que poner muecas en la cara. El guión es perfecto para la duración de la peli. Poco más puedes hacer en 58 minutos. Y como siempre, una música digna para lo que vamos a ver. 


Pero de todo, me quedo con la imaginación que ha tenido el cabrito del director para crear toda la historia de La fin absolue du mond. La película como ser vivo y, finalmente, puerta a un infierno personal, me pone la piel de gallina. Sin olvidarnos, obviamente, del extraño ser blanco que Mr. Bellinger tiene secuestrado en su casa.
Es más. Si buscáis por internet, veréis que esta invención tiene casi más seguidores que el propio relato de la serie. Increíble pero cierto.


Ale. Os dejo que la disfrutéis. Si luego queréis enganchar con el resto de capítulos de la serie, seguramente pasaréis un rato divertido. Pero ni de lejos llegan a la altura de la que hoy hemos tratado.

Portarse bien.

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