jueves, 13 de octubre de 2011

SYMPATHY FOR LADY VENGEANCE



Es muy complicado presentar algo tan instintivo y animal como la violencia de una forma poética. Creo que es fácil caer en tópicos y clichés continuamente. Ofrecer carnaza al populacho sin ningún tipo de reflexión posterior. Queremos ver hostias y sangre, y punto pelota.

Park Chan-wook consigue huir de esta premisa. Su Trilogía de la venganza muestra en toda su crueldad, lo retorcido y brutal que es el ser humano. Sin embargo, nada es gratuito. Todo tiene un significado. No son excusas, pero podemos llegar a entender por qué el protagonista se comporta de este modo, e incluso entenderlo. Si además, todo esto viene aderezado con una técnica envidiable e ideas imaginativas, nos encontramos ante la mejor trilogía del siglo XXI. 


Por todos es conocida la segunda película de esta trilogía. Es la archifamosa Oldboy. Quizás la más salvaje de las tres partes. Por cierto, Spike Lee está preparando para 2012 un remake americano (¿Por qué, señor?. ¿Por qué lo permites?).
Pero hoy no nos centraremos en esa maravilla, sino en el film que cierra la serie. Desde mi punto de vista, menos violenta que Oldboy, pero más filosófica (y a veces, petulante) que Symphaty for Mr. Vengeance.

Sympathy For Lady Vengeance (2005) es una historia de odio y redención. Es la historia de Kum-ja, una joven que ha tenido que pasar 13 años en prisión después de confesar el crimen de un niño que conmocionó a la sociedad. Sin embargo, ella sabe que no es culpable. Y es durante su cautiverio cuando planea perfectamente su sangrienta venganza. Kum-ja la buena o Kum-ja la bruja la apodan. Da lo mismo. Nadie puede negarle un favor después de salvar varias vidas dentro de la cárcel. Una vez fuera de prisión no hay vuelta atrás, y llevará a cabo su plan cueste lo que cueste.


Después de ver la trilogía entera, no puedo negar que el guión se sostiene por si solo. No te permite distraerte. Sin embargo, a diferencia de sus predecesoras, tiene algunas lagunas y puede llegar a naufragar en determinados momentos. Se puede achacar a que el director ha querido poner por delante la psique de la protagonista y sus demonios interiores antes que la historia. Por lo que nos perdemos del relato, conocemos más a su protagonista.

Toda la filmina gira en torno a ella. Nada sería lo mismo sin esa alma perdida. Las dos caras de la moneda perfectamente presentadas. El ángel y el diablo. No es de extraña que la actriz Lee Yeong-ae se llevase varios premios por su papel, desde la copa Volpi de Venecia hasta la mejor actriz en el festival de Sitges. 



Y es que la interpretación es majestuosa. Nos lleva del dramatismo por el encuentro con una persona especial (no os quiero joder la peli) al terror absoluto, cuando no muestra ningún atisbo de perdón a la hora de ejecutar a sus victimas, de una manera totalmente natural. Nos hace cómplices de sus decisiones y la apoyamos sin dudarlo. Creemos que esos cabronías tienen que morir. Todo este concepto se refrenda en la última parte del film, cuando consigue que unos muchos lleven a cabo la venganza de una sola. Lo entenderéis cuando terminéis la cinta.

El resto del reparto no sobresale en absoluto, pero le da empaque a la historia. Las amigas de la cárcel, padres y madres sedientos de sangre por la pérdida de seres queridos, un comisario de policía que desea ponerse de su lado pero su ética lo impide,… . Todos aportan un rol corto pero fundamental, para que nuestra “heroína” consiga su objetivo.


Y junto a la información que nos otorgan los secundarios, la mezcla de historia lineal con recurrentes flashbacks, consigue definitivamente que no nos perdamos en ella de manera abrupta. La estructura del guión parece muy manida, pero es la necesaria para conocer los interrogantes sobre el comportamiento de la chiquilla.

Os preguntaréis por qué algo tan truculento (porque lo es, no nos engañemos) puede calar profundo. La respuesta es sencilla. Su creador realiza un ejercicio visual envidiable. Utilizando fondos con colores planos y una luz tenue, nos transporta a lugares oníricos. Lugares que parecen salir de la mente de Kum-ja. Son esos momentos de monólogo interior los que dotan a la película de una especial poesía. 


Con ello, también deberíamos resaltar la importancia de la banda sonora en la filmina. Música minimalista y suave adorna escenas de auténtica violencia. El contraste es brutal y el resultado encomiable. Es verdad que la música es uno de los puntos fuertes comunes durante toda la trilogía. Y eso que se contó con distintos colaboradores para cada una de ellas.

Os aconsejo profundamente que la visionéis. No esperéis encontraros un Oldboy II. La tralla ahí mostrada no creo que vuelva a repetirse en la filmografía de este director. Para mí, esa ha sido su obra maestra. Pero la película que hemos tratado le sigue a la zaga. No os la podéis perder.


Ladies and Gentlemen. Portarse bien. Sed buenos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario