sábado, 8 de octubre de 2011

EL ÁRBOL DE LA VIDA (THE TREE OF LIFE)



Nos encontramos ante un hecho insólito. Puedo jurar un millón de veces que nunca me hubiera imaginado a una película como The tree of life (2011) haciendo la mejor recaudación en taquilla durante el fin de semana de su estreno. Y que su tirón siguiese durante las siguientes semanas.

Y estoy extrañado porque no es una película que se preste a ello. Si no hubiera sido por su excelente campaña de marketing (reconozcámoslo, ha sido brutal), por el nombre de su protagonista (no meto a propósito al director porque no es un gran conocido para la inmensa mayoría) y por haber ganado el festival de Cannes, la gente que quisiera verla se tendría que haber desplazado a los cines Renoir en Zaragoza. Un cine minoritario para “freaks cools”, o algo parecido.

Si. Ok. Muy bien. Pero…¿la filmina es buena o es una mierda?. Pues miren, amigas y amiguetes. La respuesta a esta pregunta es tan subjetiva como opinar sobre el conflicto Palestino-Israelí.

Personalmente, y honestamente, creo que es una película bastante difícil de ver. Pero también, y que vaya esto por delante, una de las razones por la que nos puede resultar insoportable es la falta de costumbre a consumir este tipo de cine. Cine lento (si, a veces muuuuuuuuuy lento), pausado, sin dialogo, (o directamente con pajas mentales), introduciéndonos en un mundo onírico donde los fotogramas no nos quieren contar absolutamente nada,  pero si ofrecernos una sensación. 


Esto es lo que Terrence Malick nos oferta durante la primera y última media hora. Una serie de fotogramas o idearios, donde nos cuenta el origen y fin del mundo. Pero con un fin último: una visión de nuestra propia vida. Y cómo el amor es el motor que nos tiene que mover desde nuestra cuna a nuestra tumba.
Ese fue el detalle con el que me quedé. Por supuesto, lo obra está abierta para la interpretación individual de cada uno. Al fin y al cabo, eso es lo maravilloso de esta clase de films. Cada uno se lleva un run-run a casa, aunque la película le haya parecido una mierda.

¿Si me gusto esta parte?. Pues no voy a engañar: me gusto. ¿Lo hago por gafapastismo?. En absoluto. Durante los dos últimos dos años me he tragado auténticos mondongos de Alain Resnais; he sufrido en mi sofá como si fuera un potro de tortura con las rayadas de Víctor Erice, o he apagado la tele a los cinco minutos con pestiños de Pier Paolo Passolini.

Sin embargo, me ha emocionado la poética de Tarkovsky; he llorado con los dramas de Krzysztof Kieślowski, o he alucinado pepinillos con las fumadas de David Lynch.
Es por esto por lo que digo que me gustó la parte más poética de la película de Malick. Después de tragarme mucha mierda y ver de vez en cuando autenticas maravillas, lo que grabó y con que técnica lo grabó me resulta grato para mis sentidos. No quiero darle más vueltas (porque tampoco las hay). Me agradó y punto. 


¿Pero, con que clase de bazofia han rellenado la otra mitad del film?, os preguntaréis. Pues mirad. La historia que refleja en el medio me ha parecido uno de los mejores dibujos sobre la niñez que se han realizado en la historia del cine.

El director nos pinta el siguiente cuadro. Años 50. La americana profunda. Familia americana de clase media con dos polos totalmente opuestos: un padre autoritario que no da síntomas de cariño hacia sus vástagos y madre totalmente entregada a sus cachorrillos.


A partir de estos trazos, contemplamos la evolución personal de todos ellos, sobre todo de los dos hijos mayores. De la rebeldía creciente hacia el poder establecido por el padre. Del amor incondicional hacía su madre como salvavidas a una vida puñetera. De envidias y protección mutua entre ambos hermanos. Todo ello narrado con una clase brutal. Esta hora me pareció cine del bueno, sin trampas ni cartón. Narrado de una manera muy lenta pero efectista hacia mis ojos.

En este tramo todos los personajes están muy bien trabajados. Sientes rabia por como Brad Pitt asume el rol de cabronías, tratando de inculcar a sus hijos que este mundo es una mierda, que tienes que ser más perro que el otro. Eres tu o ellos. Sin embargo, Jessica Chastain les enseña la visión contraria: que en esta vida solo puedes sobrevivir con el cariño de los otros. Ama y serás amado. Y con ello, podrás ser feliz.


Y en medio de los dos extremos, nuestros tres pequeños infantes. Protagonistas absolutos de la parte central del film. Para recordar, el momento en el que el rubiete le manda a su padre callar en la mesa, o cuando el hermano mayor le incita al hermano pequeño a pegarle. Es puro cosmos infantil. Son cosas que, en mayor o menor medida, las hemos vivido nosotros mismos. Pero hasta ahora, nunca nadie lo había  retratado de este modo tan claro ni tan poético a la par.

No quiero entrar en apartados técnicos ni melonadas del estilo. Ya sabemos que la fotografía es impresionante, que el manejo de la luz es brutal bla bla bla. Coño, se trata de Malick, y creo que no tiene ninguna película mala en ese aspecto.

Pararé aquí de comentar. Seguir sería caer en fumadas mentales que no vienen al caso. La opinión última sobre The tree of life la tenéis vosotros. Recomendaros que si no habéis visto muchas películas de este estilo, ni os molestéis en ir al cine. Tiraríais el dinero. Es preferible que la veáis en casa y apaguéis la tele a los cinco minutos. Yo lo he hecho infinidad de veces. No se caen los anillos. Pero creo sinceramente que es una película a tener en cuenta.


Ale pues. Portarse bien. Sed buenos.

P.D: acordaos de esto. Terrence Malick ganador del Oscar al mejor director en 2012


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